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Mostrando entradas de 2013

Dos años sin ella

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Hoy he soñado con ella. Menos bonito de lo que querría, pero he podido verla, hablar con ella... Un regalo para el día de hoy. En esos momentos de tortura gratuita que tengo (son pocos, pero los hay), me culpo de rendirme con ella. Ya ves, qué tontería. Pero recuerdo esos días de su enfermedad que luchaba incansable y el momento, en un gesto libre de todo egoísmo, en que pensé "si lo mejor para ella es que se vaya, que sea lo que mejor sea para ella".  Me torturo a veces por ese momento. Como si por mi consentimiento, ella hubiera optado por descansar. Absurdo, pero como mucho en este aprendizaje. Y en mi sueño de hoy, sólo le gritaba "no te rindas! Quédate conmigo!", sonando más a exigencia que a súplica. Dos años se cumplen y aún hay días en los que despierto sin tener claro qué ha pasado . Increíble pero cierto. Aún ahora, h ay sueños que me confunden tanto que al despertar tengo que destinar unos minutos en aclarar si todo no ha sido más que una pesad

Fun, fun, fun

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Los previos a los días señalados resultan siempre peor que el propio día. Te ves venir la sacudida, la llevas días esperando y, de alguna manera, te has preparado. Se elimina todo factor sorpresa.  No se si será que llevas tantos días pensando en el momento que toca afrontar que cuando llega te coge hasta cansado como para vivirlo con la intensidad que esperabas. Las espectativas no  se cumplen.  Un día como el de hoy. En que tratas de no escuchar la triste letra de un villancico y no te sorprende que amenace con llover día y noche. Poca fiesta. Pero llega el momento, esa cena, y todo pasa más rápido y "mejor" de lo que esperabas. Y aunque hay silencios y conversaciones que interrumpes en tu mente para recrearte en un recuerdo con ella, la cena pasa y fue peor imaginarte sentada en esa mesa, organizar qué comer y pensar en qué ponerte. Lamentablemente, todo ese sobre esfuerzo que haces casi sin darte cuenta, desaparece. Y es peligrosa esa bajada de guardia

Todo sigue igual

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Ya me puede más la costumbre, me extrañan menos el cómo sentir ciertas cosas, cómo percibir la vida. Pero los primeros meses, recuerdo cómo me quedaba casi perpleja, como sin comprender que el mundo siguiera su marcha. Todo seguía igual. Vivíamos en la misma casa, de la misma calle, del mismo barrio con sus mismas tiendas. Pero nada era ya igual. Qué sensación tan rara sentir tan extraño lo que bien se conoce. Mucho de eso he escrito ya. Recuerdo no poder soportar ver anunciarse esa novela que ella seguía en televisión, ¡cuantísimos años de emisión! yo le decía que se quedaban con ella, cambiando la trama y los personajes cada vez que volvíamos de verano. Y ahí estaba, un anuncio de la nueva temporada y yo pensaba: " pero, cómo pueden seguir echándola si ella ya no está para verla... ". Y ese perfumé que ella compraba, " por qué se sigue vendiendo!?! ". No lo entendía. Cuando pierdo algo, a veces tiendo a no preocuparme que aparecerá. Sigo con mi dí

Llorar amor

- Con los baches del camino llegan los medios para superarlos... - Yo estoy convencida de ello. Me consuela mucho saber que habéis sido fuertes para dar lo máximo de cada uno. Reconforta mucho mirar hacia atrás y sorprenderse a uno mismo de las fuerzas para estar a la altura. Pese al dolor, siempre me reconforta la forma en que lo hicimos. Había que echar el resto, pero la satisfacción de haber hecho todo lo que estaba en mi mano por ella... Me acompañará siempre. - ... Valga la rebundacia... Bendito dolor... El de hacer lo que a ella hace feliz. El ser humano es impresionante... - Estoy de acuerdo. Y el amor supera al dolor siempre. Lo inunda todo. - Es tan bonito pensar tantísimo amor que encierra una lágrima... Qué dan ganas de ni parar de llorar... De llorar de verdad! De lágrimas llenas de historias. Y sobre ellas reconstruir el futuro. Cimientos de amor. - Sí... Se llora amor! Y el amor más sincero!! Es maravilloso... Somos personas dichosas de saber ver que no son tan sólo lágr

Amar, duele

El Domingo pasado no fue un día nada fácil. Volví a sentirme vulnerable. Y fue duro. Llegué a sentir que incluso ella , a quién le otorgo autoría de todo lo bueno que nos pasa, nos había fallado. No pudo hacer nada para evitar que volviese a ver en primer banco del adiós a una viuda doliente que no es justo que vuelva a vestir el luto. Me ha parecido enormemente injusto. Encontrar a alguien con quién caminar, es complicado. Encontrarlo, amarlo y perderlo... Es muy duro. Y entonces, con los años, prudencia y respeto a unos hijos huérfanos de padre... Descubrir de nuevo el amor, tampoco es fácil. A las barreras de los demás se imponen las de uno mismo, de querer respetar la memoria de a quién se amó y nos dejó. No es fácil volver a amar. Ni dejarse amar. Nada fácil. Qué injusto. Ese Domingo fuí la mitad de ella. Y la ví muy reflejada en su otra mitad. Esa que buscaba ayudar a su hermana en cuanto necesitase para afrontar el día. Juntas, suplimos su ausencia como mejor supimos. Caminam

Milagro

Nos dijeron: Está muy mal. Tenéis que ser fuertes. Yo dije: Aún no estamos pidiendo un milagro pero, aún así, cuando tenga que pedirlo, también lo haré. Mientras ella combatía su enfermedad, no iba a ser yo quien se rindiera. Y recuerdo esos días como si fueran ayer. Recuerdo poner comida en la mesa que nadie lograba tomar. Recuerdo dormir con un ojo abierto. Despertar y correr al encuentro de los otros: ¿Ha mejorado? Damos por implícitas ciertas cosas en la vida, cosas importantes. Damos por hecho que siempre estaremos al lado de quienes nos necesiten, de quien amamos, que la familia es lo primero, pero un día, tanta sabiduría popular te pone a prueba. Ese día te plantas de frente a la mala suerte, al azar o a una enfermedad que no hace distinciones entre buenas o malas personas, y dices: aquí estoy. Y notas el cansancio de las horas y los días en tu cuerpo. Pero descubres que eres más fuerte de lo que creías. No tienes tiempo para miedos y angustia, sólo sientes una entereza

Teatro

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Qué de tiempo llevo sintiendo que interpreto un papel . El de mi nueva vida. Que todo es forzado, casi obligado... teatro. Un nuevo día y... 3... 2... 1..., acción. Cada día me pongo mi máscara y a vivir en un mundo sin ella. Como si muchas cosas que me importan poquísimo, me importasen. Como si sonreír, mereciera tanto la pena. Los primeros meses, la sensación era aun mayor. Tenía incluso la sospecha de que la gente me miraba, que estaban notando en el fondo que algo había detrás de esa persona que veían caminar por la calle o comprar el pan como cualquier otra persona. Subía al metro y procuraba situarme en una de las puertas, de frente hacía el exterior, teniendo la precaución de no cruzarme ni con mi propia mirada en el reflejo del cristal. Tenía miedo de que nadie me reconociese y en mitad de la función de ida o vuelta al trabajo, me dijera "¿cómo estás? ¿y cómo están las cosas por casa?" y venga, a repetir escena . Otras veces, incluso he querido decir a cualqu

La novia con diadema de flores

Lo mucho que me acuerdo de ella cuando veo como hemos pasado de las novias princesas de palacio, con sus tiaras y casi auto-coronadas, a princesas de cuentos con grandes o pequeñas flores en el pelo. Cuántas veces habré jugado de pequeña con su diadema de novia. Tenía mucho estilo para vestir. Sin tener que recurrir a firmas de ropa de nombre y apellido, ella ya iba con sombreros de panamá antes de que ningún personaje famoso los pusiera de moda. Tenía el sentido del ridículo anulado. Era de coger y darse un par de vueltas al bajo del pantalón para que no le cubriera los tobillos en verano... no se preocupaba por la moda ni muchísimo menos, pero ella tenía un  aire  y daba un toque a su comodidad en el vestir que llamaba la atención. No se podía ir por la calle más sencilla haciendo alarde de más elegancia. Alguna vez se pasaba de cómoda, de ahí que se lo recriminase como decía en un  post anterior . Batalla perdida. En concreto, sobre el qué ponerse, su frase más recurrente era

El motor de la vida

En conversaciones con amigos en situación similar a la mía, de aprendizaje , raro es que no acabemos hablando de la distancia que se siente con quienes ayer sentías tan cerca. Ya lo he escrito en otras entradas de este blog. Es tarea difícil, por no decir imposible, tratar de hacer ver a la gente cómo te sientes. Hablarles y que te escuchen. Es tan difícil con algunos que resulta hasta frustrante, porque no son ni ciegos ni sordos, pero ni ven ni escuchan. Y piensas quién levanto esos muros que hoy nos separan . ¿Fueron ellos o fuiste tú que necesitaste sentir una seguridad fingida que oculte tu fragilidad? Vete a saber... pero hace plantearte, ¿y qué más da quien levantase ese muro? Yo derribo muros a diario. Muros que un día, sin previo aviso, se levantaron frente de mí para no dejar pasar ni el aire ¿y ellos no pueden alcanzar esta distancia que nos separa? ¿no pueden tratar ni de auparse para intentar ver por encima de él? Quizás, si fuí yo quien puso ahí ese muro, me hice un

Dos cafés

Hay días en los que mantengo una conversación de la que salir aliviada. Sacar cosas en claro, ordenar ideas, mirar con perspectiva.  Y pese al gran apoyo y esfuerzo de mis ángeles en la tierra , que me acompañan y parecen turnarse sutílmente en el repaldo de su ausencia, la realidad es que no quedo saciada. En el fondo, al seguir con el tema rondando mi cabeza, sé que con quien necesito hablar es con ella. Ella es con quien necesito tomar un café, pero no hay mesa. Bien porque ella ya se encontró en mi misma situación y podría entenderme mejor que nadie o porque es quien mejor me conocía o porque sólo pensaría en lo mejor para mí o por todas esas cosas juntas. - Uno con leche y, para ella, un descafeinado cortado, de máquina. A veces cuando algo nos agobia y sabemos que va muy alimentado de inseguridad o de miedo a equivocarnos... solemos saber qué y de quién necesitamos oir esas palabras que calmarían nuestras dudas. Casi sabemos qué es lo acertado, pero necesitamos ese to

Cinco comensales

Cada uno es diferente y aunque existe mucho común en este sin saber , por ejemplo, unos optan por hablar, otros prefieren callar. Ocupé mi asiento en una mesa coja. Una mesa que encontré con cuatro ocupantes, pero en la que antes de unirme yo, ya fueron cinco sillas las reunidas. Entonces, no supe entender lo saludable que era algo tan simple como llenar esa mesa incompleta. Suavizar la evidencia más dolorosa de volver a ser cinco comensales cuando pudimos arrimar una nueva silla y sumar. Comprendí que lo mejor en esa mesa era no preguntar. Respetar cómo afrontar un dolor que pudiendo imaginar, nunca habría comprendido cuánto abarca y cómo te hace volver a aprender a vivir de nuevo. Hoy, como cada día, pero más si cabe hoy, seguimos aprendiendo juntos a vivir rellenando ausencias. Sólo se pierde a una madre una vez, pero hay quien ya ha llorado a dos. Si existe un lugar al que ir tras este, no me cabe duda de que hoy, especialmente hoy, compartirán mesa.

No me sueltes nunca

Hay sueños, los menos, que me acercan al recuerdo del tacto de su piel. Me regalan el instante imposible de tocarla, de sentirla, de traer a mi mente esa sensación que sólo alcanzo al experimentar la suavidad de su piel. Y es a veces tan vívido ese sueño, que sería de justicia tenerlo cada noche. O al menos una noche a la semana, hasta me conformaría con una al mes. Pero no. Tampoco es ese el trato.  Y me despierto agradecida por ese regalo en forma de sueño , intenso aunque breve, que me traslada a un estado de tranquilidad efímera porque anoche pude sentirla.   Puedo recordar sus gestos y parecer que la estoy viendo ahora mismo. Recordar su forma de hablar y expresiones y esa espontaneidad tan de ella. Pero recordar qué siento al cogerla de la mano al igual que ese olor a ella , son otra cosa.  No soy capaz más que de recordar lo mucho que me gustaba y recordar cogiéndonos de la mano, las dos en el sofá como tantas noches, pero ni de lejos puedo sentir tanto amor impregn

Una sonrisa

Me encantaba su positividad . A ella le decias un día: - ¡Uy! Qué moderna vas, ¡qué guapa! - y te decía - Hombre, es que tu madre es muy joven. Y otro día no te gustaba lo que llevaba y le soltabas: - Mamá, eso que llevas es de vieja, no se porque te pones eso - y te contestaba - Hombre, es que tu madre ya tiene una edad. Ella a su rollo. Y a quien no le guste, que no mire. Qué buena filosofía. Distinción hecha sonrisa.  Así deberíamos tomarnos la vida, sobre todo los días y en los momentos en los que la vida nos deja. Abajo los espanta-ilusiones, roba-esperanzas, merma-moralidades, despierta-sueños, agonías y  pesimistas en general. Y sobre todo, abajo esos días en que yo misma pueda parecerme a alguno de ellos.

a.e y d.e.

Cambio de ropa, alguien me pregunta dónde compré aquella mesita, acaban una obra que parecía eterna, recordamos aquella anécdota, aquel viaje... y mi mente hace una rápida conversión temporal: antes de ella (a.e.) ó después de ella (d.e.). ¿Este jersey me lo conoció ella? / ¿esta mesita la vio? / No vio terminada esa obra / Cuando hicimos ese viaje, ¿estaba ella? Todo lo mido desde ese día en que todo cambió. Pienso, ¿ella estaba o no estaba? Y desde ahí, echo la cuenta. Pues si ella lo conoció, lo vio y estaba, hace ya de eso 1 año y 8 meses, mínimo. ¿Tanto? Pues sí, porque ella estaba. Cuando adquiero algo nuevo, o hacemos un nuevo viaje, algún cambio... me entristece saber que es todo d.e.  Pienso si a ella le gustaría, qué diría, cómo estaría compartiéndolo conmigo. Me esfuerzo en sentirla conmigo. Que conozca / vea / esté.  Esa conversión es momentánea, en ocasiones en respuesta a quien pregunta un cuándo  y en ocasiones es silenciosa, para mis adentros. Pero siempre

Ansiedad, a ti no te esperaba

Siento que afronto este nuevo yo de la mejor de las maneras posible. Repitiéndome hasta la saciedad, vivo recreándome en su recuerdo, en toda ella, y avanzando para no dejar de ser la persona que a ella le gustaría que fuese. Pero cosas en mí han cambiado, algunas ni las esperaba . Hace unas semanas estuve sufriendo algo parecido a una crisis de ansiedad . Es raro, puesto que no suelo agobiarme. No soy de avivar pensamientos que me angustien, soy más de las que canturrea canciones en su interior mientras aguanta perrerías de un dentista dispuesto a tenerle boca abierta las horas que hagan falta. - Qué bien aguantas el dolor - la de veces que me lo habrán dicho... - Hombre, si te refieres a que no te monto el numerito y grito en la sala de espera: "¡corred! ¡corred, insensatos!", pues sí, pero ganas no me faltan - me quedo yo pensando. Por eso cuando estas semanas atrás empece a sentir como una angustia incapaz de controlar ni con todo el repertorio de Manuel Carrasco

Amigos

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A lo inevitable de tener que continuar con tu vida tras una pérdida tan importante, se suma el tener que hacerlo en un mundo que ya no sientes tan tuyo . Se cayó la venda. Por un lado, acepto que nos volvemos más susceptibles pero por otro lado, sencillamente percibimos la vida de distinta manera. Mucho, te falta. Mucho, te sobra. Entiendo que es difícil entendernos al 100%, saber cómo comportarse... es complicado. Pero de verdad que hay veces en que no se pueden hacer las cosas peor. Y te planteas si llamarlo "susceptibilidad" o como mejor lo identificarías: egoísmo . Quizás siempre estuvo ahí. Quizás esa persona que te sorprende hoy, era egoísta ayer y siempre. Pero hoy ya no lo toleras. No porque no quieres rodearte de gente así. De perder el tiempo, hoy que entiendes lo finito de su naturaleza . No en un mundo en el que tienes que aprender a vivir sin la más maravillosa de las personas. No. Perdona, pero no juego . En ocasiones me he plateado si me estaría volv

Flores para ella

Qué maravilla.. Una buena noticia, un día de celebraciones y hay un ramo de flores para ella. Quien bien la conoce, bien sabe la alegría que hoy compartirá con nosotros. Estará orgullosa de los logros conseguidos y del inicio de los proyectos que comienzan.  Podrás creer que está, en alguna parte, contando que al final lo consiguió, su sobrino predilecto, o podrá resultarte difícil pensarlo así.  De cualquier modo, qué maravilla que en días como hoy, uno piense "voy a llevar flores para ella".

Princesas

Tan diferentes. La noche y el día. Norte y Sur. Negra y blanca. Así somos. Antagonistas hasta en esa forma en la que ella nos llamaba con tanto cariño. Tan diferentes y tan parecidas. Y nadie me entiende igual. Porque sólo hay una persona en el mundo que sienta esta ausencia tal y como yo la siento. Sólo hay una persona que ha perdido tanto como yo. Que puede vivirlo como yo lo hago. Anhela las mismas cosas que yo echo en falta. Y lo hacemos juntas. Y nuestras diferencias se disipan cuando hablamos de ella. De nuestro amor por ella, de nuestros miedos por tener que seguir sin ella. Y cuando hablamos de ese amor y ese miedo, nos volvemos más iguales que nunca. Hablando entre nosotras suelo hallar el mayor de los consuelos. Las dos hemos cambiado y lo hemos hecho juntas. Esa es la fortuna de tenernos. Somos diferentes a como éramos hasta perderla, pero las diferencias entre nosotras no han hecho más que mermarse. Porque cuanto más pensamos en hacer las cosas como a ella le g

Pues me los invento

Constantemente siguen acudiendo imágenes de ella a mi mente . Hasta si estornudo, una imagen de cómo ella estornudaba se me viene a la mente. Si me despierto por la mañana y me abalanzo sobre la cafetera buscando un aliado, parece que pueda verla entrar en la cocina en la misma actitud, aun con el pijama puesto y yo diciéndole que se jubilará y seguirá costándole trabajo madrugar. [Buff..., cómo ha dolido escribir eso] Yo era mucho de hablar de ella en reuniones, cuesta mucho quedarse callada ahora. Cuesta mucho tener que escuchar como otros siguen construyendo recuerdos y los míos se quedaron en la bandeja de salida. Me he apuntado a clases de costura y me paso las clases en mi mente conversando con ella. Imagino que está allí o que me vé... o me imagino cómo le contararía lo aprendido en una llamada de teléfono nada más salir de clase. Hay días en que empiezo a imaginar cómo se lo contaría si estuviera o días en que directamente imagino una conversación con ella allí mismo. Rec

¿Dónde estás?

Sigo esperando a que vuelvas. Vuelve.

Coche nuevo

Mi viejo coche quedó fuera de juego como en Mayo de 2012. Esperé a una de esas ferias del automóvil y encontré una buena opción de segunda mano. Al principio pensé que le había cogido miedo a conducir porque me encontraba inquieta ante la idea de subirme en él, pero noté que esa inquietud se me acentuaba los Domingos. No tener coche era una motivación directa y razonable para no poner fecha a mi vuelta al piso donde me independicé, donde estaba cuando la llamé al móvil extrañada porque llevara un día sin respuesta a un SMS, donde antes de salir hacia el hospital pensé: "no, por favor, no.". Casi ha pasado año y medio y podría dejar pasar muchos meses más y esa ansiedad cada Domingo no desaparecería. Tengo que volver. Tengo que continuar. Tengo que aprender.

Préstame tus fuerzas

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Cuando una canción puede decir por ti lo que sientes, para qué escribir más.

Imagino un mundo

Imagino un mundo donde la riqueza se mide en amor . Una vida donde la fortuna se alcance atesorando pensamientos alegres, de añoranza, de cariño, de 'te llevo en mi mente cada día', de '¡te necesito!', de ' ¡no dejaré de amarte! '. Donde cada beso que es lanzado, se recoge como una caricia y, cada lágrima que acaba en un 'qué suerte tuve...', es la materia con la que se construyen sus bienes.  Y pienso, ¿y si existiera ese mundo? ¿y si fuese así como yo lo imagino? ¿y si ella está tan triste como yo esperando que le envíe el mensaje que le reclamo? Si de mi depende no habrá día sin mensajes para ella. Que se pregunten: pero, ¿quién fuiste para recibir tanto? ¿Qué hiciste para ser tan dichosa?

Demasiados bombones de chocolate negro

Sólo es un día más, y sin embargo, es uno de esos que el calendario obliga a afrontar con un esfuerzo de más. En mi mente, hemos preparado fiestas en su honor. Hemos querido reunir a sus hermanos y hermanas, a sus amigos más íntimos y compañeros de trabajo. Hemos querido pasar el día junto a quienes más la querían, incluso hemos preparado un recuerdo muy de ella que poder regalar, dejando en todos el firme convencimiento de que no dejaremos que los días ni los años borren la marca del día de hoy. En mi mente, tras imaginarnos el día de hoy, no nos hemos sentido tan fuertes y hemos cambiado la fiesta por unas copas en casa con sus hermanos y, quizás, un café por la tarde con algunos amigos. Pero todo y más, en mi mente. No hay fiestas ni meriendas. Juntos, afrontando el día imaginando las mil formas diferentes en las que se habrían vivido. Con ella, sabiendo lo qué diría, todo lo que querría haber organizado. O sin ella, en nuestra entrega absoluta por mantener fija su huella en