Teatro

Qué de tiempo llevo sintiendo que interpreto un papel. El de mi nueva vida. Que todo es forzado, casi obligado... teatro.

Un nuevo día y... 3... 2... 1..., acción.

Cada día me pongo mi máscara y a vivir en un mundo sin ella. Como si muchas cosas que me importan poquísimo, me importasen. Como si sonreír, mereciera tanto la pena.

Los primeros meses, la sensación era aun mayor. Tenía incluso la sospecha de que la gente me miraba, que estaban notando en el fondo que algo había detrás de esa persona que veían caminar por la calle o comprar el pan como cualquier otra persona. Subía al metro y procuraba situarme en una de las puertas, de frente hacía el exterior, teniendo la precaución de no cruzarme ni con mi propia mirada en el reflejo del cristal. Tenía miedo de que nadie me reconociese y en mitad de la función de ida o vuelta al trabajo, me dijera "¿cómo estás? ¿y cómo están las cosas por casa?" y venga, a repetir escena.

Otras veces, incluso he querido decir a cualquiera: ¡la he perdido!. Quería, pero sin querer, que algo sacara opción a hablar de mi pena y detener la función, por un momento, con esa persona a la que apenas conocía.
En mi cabeza, sonando más de en una mañana esa canción de Queen, 'The show must go on', sintiendo como que estaba viviendo una vida que no es la mía.

Con el tiempo esa sensación ha ido apaciguándose. El tiempo, pese a la frase popular, no cura todo, pero da experiencia, hace cotidiano lo nuevo. Así que ahora, siento más leve que vivo haciendo teatro y estoy comenzando a hacer totalmente mío el personaje.

Por dentro mi corazón se está rompiendo
Mi maquillaje puede estar descascarándose
Pero mi sonrisa aún está. 

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