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Mostrando entradas de febrero, 2014

De tanto perder, aprendí a ganar

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La conciencia dormida

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Por fin. Otro sueño. Qué trabajo cuesta. No hay derecho. Pero por fin otro sueño y uno en el que me paso las horas con ella sentada en la camilla charlando como si tal cosa. Qué bonito transcurría. Ella, dos familiares más y yo, como en cualquier tarde de café. Charlando. Como si nada. Como si no debiera aprovechar ese ratito para preguntarle una y mil cosas. Y todo era normal . Pero, de repente, una inocente pregunta, algo tanto tonto como "¿dónde estaba esa tienda?" y ella me pasa una libreta. La abro y, el ver su letra manuscrita, una rápida asociación de ideas me hace despertar en el sueño de mi conciencia dormida. Recorro las páginas contemplando su letra y algo me dice que es una maravilla poder tenerla entre mis manos. Algo me hace sentir que es importante tener esas hojas rellenas por ella. Conservarla. Y entonces, nos miramos y le digo algo parecido como: mamá, tú ya no estás aquí. Y ella me dice que no. Y no entiendo nada. Miro a las demás personas que se si

Su cumpleaños

Esta semana ha sido su cumpleaños. - Felicidades. - dije mientras saludaba al tomar asiento. Y sí. Felicidades porque feliz tiene que ser el día en que ella nació. Es casi lo propio. Si triste es un 30 de Diciembre, feliz el día en el que celebrábamos su cumpleaños. El día en que celebramos ser quienes somos en está familia. Todo se inició un día como ese. Es un día duro, por supuesto. Costó coger el sueño. Pero increíblemente hoy pienso que fue un día precioso. Me sorprende, pero no puedo pensar otra cosa. Empezó el día. - Hoy quiero flores. Sitio y hora para reunirnos, los de casa, los que ese día sentimos la necesidad de reunirnos para hacer de este día un día de flores y almuerzo familiar. No hablamos especialmente de ella. Era pedir demasiado. Pero sé que será un día para eso en el futuro. Y este año, también un regalo. No pude evitarlo. Y quiero uno cada año, en todo cumpleaños hay regalos, así que mi idea me pareció idónea. Entré en una tienda de Pandora y encar

Hoy, la espero

La inercia se apodera de los días. Ese tirar para adelante , queda ya tan ensayado como madrugar prefiriendo quedarte entre las sábanas. Y días como el de hoy, como venía sintiendo, al final haces un esfuerzo de más y el día pasa. Este año noto como contengo mejor las ganas de llorar, pero sin embargo vivo más intensamente lo mucho que me gustaría que estuviese conmigo y tomamos más fuerzas para movernos en su recuerdo. Lo fuerzo. Lo necesito. Mi mejor momento, siempre ella, que hoy llega en forma de nota que acompaña un regalo con palabras prestadas que bien serían de ella. Yo así lo creo. Suena a ella. Menos lágrimas para quien tristemente se acostumbra a soplas las velas añorando ver como su cara ilumina más la sala que el número que se levanta en la tarta y más pensarla, añorarla, recordarla, esperarla. Esta semana la espero. En un sueño, en un guiño. La espero. Ya toca, hoy toca. Con menos lágrimas pero con muchas más ganas.

Una cuestión de tiempo

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No sólo es el titular de esta entrada, sino de la película que quiero recomendar. Acabo de verla. Acaban de pasar los créditos hace escasos minutos. Qué regalo. Necesitaba ya un algo así. Uno de esos paroncillos en mi aprendizaje. Recomiendo a todo el que me lea que vea esta película. Un día sin prisas. En una tarde de Domingo. Solo o en compañía de quien pueda dejarnos disfrutar con ella a gusto. Entender su mensaje. Llorar al comprenderlo. La he visto sin saber de qué iba. Buscando una película cualquiera que amenizara la tarde. Y ha empezado sin más. Siendo curiosa, entrañable, pero sin más. Qué hallazgo. Me quedo con una escena que todo el que me lea, y la vea, coincidirá cual es (aunque son más bien tres escenas). No quiero ni escribirlo para no privar a nadie de la sensación que he sentido al verlas.