Todo sigue igual

Ya me puede más la costumbre, me extrañan menos el cómo sentir ciertas cosas, cómo percibir la vida. Pero los primeros meses, recuerdo cómo me quedaba casi perpleja, como sin comprender que el mundo siguiera su marcha.

Todo seguía igual. Vivíamos en la misma casa, de la misma calle, del mismo barrio con sus mismas tiendas. Pero nada era ya igual.

Qué sensación tan rara sentir tan extraño lo que bien se conoce. Mucho de eso he escrito ya.

Recuerdo no poder soportar ver anunciarse esa novela que ella seguía en televisión, ¡cuantísimos años de emisión! yo le decía que se quedaban con ella, cambiando la trama y los personajes cada vez que volvíamos de verano. Y ahí estaba, un anuncio de la nueva temporada y yo pensaba: "pero, cómo pueden seguir echándola si ella ya no está para verla...". Y ese perfumé que ella compraba, "por qué se sigue vendiendo!?!". No lo entendía.

Cuando pierdo algo, a veces tiendo a no preocuparme que aparecerá. Sigo con mi día de siempre, de mi vida de siempre, mis cosas de siempre... Que ya aparecerá. Pero todo sigue donde estaba antes de su marcha y, por más que busco, no encuentro y no comprendo qué sentido tiene para el mundo esa novela ni ese perfume. 

No encuentro bien las palabras, pero por mi mente pasaron los grandes interrogantes de la vida. Por qué existimos y por qué desaparecemos. Y si todo es equilibrio, ¿cómo puede estar equilibrado el mundo sin ella? Cuánta incomprensión... Un día estás con una persona como cada día y al día siguiente no está y acostúmbrate, porque será así para el resto de tu vida ¿Pero cómo se comprende eso? ¿y a dónde ha ido? ¿surgimos sin más para marcharnos de la misma forma? ¿como por arte de magia? Pero toda magia tiene su truco, ¿cuál es este?

Hubo un tiempo en que busqué algún tipo de respuesta. Vi no sé cuántos vídeos que pudieran explicarme algo más sobre la muerte, ECMs (experiencias cercanas a la muerte), capítulos de Cuarto Milenio... Cosas que antes no hubiera visto nunca... Y menos en la soledad de mi habitación... Pero a mí ya ese tipo de cosas, no me dan ningún miedo. Ahora, son opciones para acercarme a ella. Vamos, si desde el más allá averiguase alguien el modo de llegar hasta mí, le pediría que por favor le indicase a ella el camino. 
Pero miedo no. Ni a quedarme sola en casa. Casi todo lo contrario, me gusta. Porque yo ya no estoy nunca sola. Aunque todo de lo que me rodee no sean más que recuerdos y conversaciones que improviso con ella.

Pero por más que leyera y viera, nada saqué en claro. Me gustaría escribir que descubrí algo que me hizo saber, que me da esa certeza absoluta que muchos necesitamos, esa prueba que la fe no exige. Pero no es así. Aún no me llega esa señal que sigo pidiéndole a ella cada noche. Pero sí que me suceden muchas casualidades demasiado casuales que me llegan como un guiño y me susurran: sigue buscando.

Quizás tenga que conformarme con esos guiños y una corazona o creencia que alimentaré aunque sea por consuelo (como si no fuera motivo suficiente).


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