Cinco comensales

Cada uno es diferente y aunque existe mucho común en este sin saber, por ejemplo, unos optan por hablar, otros prefieren callar.

Ocupé mi asiento en una mesa coja. Una mesa que encontré con cuatro ocupantes, pero en la que antes de unirme yo, ya fueron cinco sillas las reunidas. Entonces, no supe entender lo saludable que era algo tan simple como llenar esa mesa incompleta. Suavizar la evidencia más dolorosa de volver a ser cinco comensales cuando pudimos arrimar una nueva silla y sumar.

Comprendí que lo mejor en esa mesa era no preguntar. Respetar cómo afrontar un dolor que pudiendo imaginar, nunca habría comprendido cuánto abarca y cómo te hace volver a aprender a vivir de nuevo.

Hoy, como cada día, pero más si cabe hoy, seguimos aprendiendo juntos a vivir rellenando ausencias.
Sólo se pierde a una madre una vez, pero hay quien ya ha llorado a dos.

Si existe un lugar al que ir tras este, no me cabe duda de que hoy, especialmente hoy, compartirán mesa.

Comentarios

Lo más leído

La muerte no es nada

Todo sigue igual

Pues me los invento