Amigos

A lo inevitable de tener que continuar con tu vida tras una pérdida tan importante, se suma el tener que hacerlo en un mundo que ya no sientes tan tuyo.

Se cayó la venda.

Por un lado, acepto que nos volvemos más susceptibles pero por otro lado, sencillamente percibimos la vida de distinta manera. Mucho, te falta. Mucho, te sobra.

Entiendo que es difícil entendernos al 100%, saber cómo comportarse... es complicado. Pero de verdad que hay veces en que no se pueden hacer las cosas peor. Y te planteas si llamarlo "susceptibilidad" o como mejor lo identificarías: egoísmo.

Quizás siempre estuvo ahí. Quizás esa persona que te sorprende hoy, era egoísta ayer y siempre. Pero hoy ya no lo toleras. No porque no quieres rodearte de gente así. De perder el tiempo, hoy que entiendes lo finito de su naturaleza. No en un mundo en el que tienes que aprender a vivir sin la más maravillosa de las personas. No. Perdona, pero no juego.

En ocasiones me he plateado si me estaría volviendo peor persona. Pero la realidad es que concluyo que no. No lo creo así.
Hoy, hay circunstancias por las que me implico más de lo que hubiera hecho antes. Hay amigos a los que espero no fallarles nunca. Pero gestiono con mayor cuidado mis horas.
Estoy empachada de tanto "hacer lo propio" y no "hacer lo que te nace". Aunque lo que sientas querer hacer sea menos, mejor hecho estará. Se abusa de mucha frase hecha.

¿Fuimos así también nosotros para otros?

Se cambia mucho, se sienten cosas muy diferentes, se vive diferente.
No conocías lo que era el miedo, hasta que realmente lo sentiste. Y ahora vives sabiendo que los peores temores a veces se cumplen, y sientes que aquello que anteriormente pudo quitarte el sueño es tan dañino como la picadura de un mosquito.

En este año y medio, hablar con otros en mi situación, sin aliviarme, al menos me ha ayudado a saber que no soy la primera persona que llegó a pensar o sentir según que cosas. Eso ayuda.
Me angustia ver que hay tanto dolor. Que existía antes de sentir cómo llega y se instala hipotecando tus días. Me angustia ver como señala a otros, y revivo esas largas noches de su ausencia reciente. Saber por qué están pasando en ese momento, ese tirar hacia adelante sin saber por dónde, te hace imposible no sentir ganas de susurrarles: Por favor, fuerza.

Me he sentido hasta con una responsabilidad con el dolor de otros. Como con la necesidad de estar a la altura al aproximarme a ellos y darles un fuerte abrazo. Que lo sientieran como yo sentí muchos esos días.

Existe una conexión. Vivimos en el mismo mundo, donde una mirada sobra para decirse mil palabras que pronunciar cuesta demasiado. No me resulta complicado entender que un café, con un poquito de baileys, en el piso de abajo, es el mejor de los planes, por muy joven que sea la noche.

Amigos que saben que todo parte de un convencimiento, un planteamiento de vida. Fruto de ellas y por ellas. Fuerza, amigo.







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