Princesas

Tan diferentes. La noche y el día. Norte y Sur. Negra y blanca.

Así somos.

Antagonistas hasta en esa forma en la que ella nos llamaba con tanto cariño.

Tan diferentes y tan parecidas. Y nadie me entiende igual. Porque sólo hay una persona en el mundo que sienta esta ausencia tal y como yo la siento. Sólo hay una persona que ha perdido tanto como yo. Que puede vivirlo como yo lo hago. Anhela las mismas cosas que yo echo en falta.

Y lo hacemos juntas. Y nuestras diferencias se disipan cuando hablamos de ella. De nuestro amor por ella, de nuestros miedos por tener que seguir sin ella.
Y cuando hablamos de ese amor y ese miedo, nos volvemos más iguales que nunca.

Hablando entre nosotras suelo hallar el mayor de los consuelos. Las dos hemos cambiado y lo hemos hecho juntas. Esa es la fortuna de tenernos.
Somos diferentes a como éramos hasta perderla, pero las diferencias entre nosotras no han hecho más que mermarse. Porque cuanto más pensamos en hacer las cosas como a ella le gustaría, en su nombre, en su recuerdo, más nos parecemos entre nosotras.

Ella es nuestra parte común, que crece más y más cada día. Esa parte maravillosa de nosotras que debemos proteger y cuidar. Para estar siempre juntas, siempre con ella.

Así somos.

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