No tengas miedo

Un amigo de la familia dijo esas palabras que dan título a esta entrada. ¿Miedo?, Pensé. Si ya ha ocurrido lo que nos temíamos, a qué tener miedo ahora. Pero sí, miedo.

No sé exactamente a qué, pero en ocasiones siento miedo.

Quizás miedo a tener que vivir de esta otra manera, desconocida. Miedo al dolor, a sufrir, a ver como otros a mi lado también sufren. Miedo a que ya todo en la vida sea así de duro. Ahora que descubro de forma tan violenta que somos tesoros en vasijas de barro, tengo miedo a no poder volver a vivir sin tener tan presente que todo lo que hoy me hace feliz pueda convertirse mañana en un dolor que te quita el aliento.

No tengo miedo a la muerte en sí misma, ya no, no habiéndola afrontado ya ella. Es miedo a ir sintiendo, sin previo aviso, este dolor por todos a cuantos quiero.
Miedo a que todo siga costando tanto trabajo, que todo ya siempre siga haciéndome tanto daño. Qué cosas... miedo a la vida.

Pero, lamentablemente, tengo el ejemplo cercanos de otros que se han sobrepuesto a este mismo miedo, a este mismo dolor. Que lo han sabido afrontar y vencer con la fuerza y el recuerdo de quienes se han ido.
Me entristece pensar que un día yo seré también fuente de miedo y dolor para quienes me quieren, y me gustaría que por mí se levantasen, que por mí llenarán sus vidas con momentos felices.

Eso mismo quiero hacer yo por ella. Al final... como decía en otras entradas... el amor tiene que prevalecer. Mil veces pasaría este dolor por mil veces ser tan feliz como he sido con ella. Sigo firme en vivir sabiendo que ella sigue con nosotros, hay que ser fuertes para estar abiertos a recordarla, sentirla. Está por todas partes.

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