Ahora me gustan las plantas

Me horrorizaba que alguien me regalase una planta para la terraza. Yo quería una terraza sin flores, macetas ni nada por el estilo. No entiendo de plantas, no van conmigo.
Tanto es así que le pedí a ella que me pintase un cuadro con macetas sobre una repisa, pintando de fondo los ladrillos de mi terraza porque esas serían las únicas plantas que se colocasen allí. 

Descubrí por casa ese cuadro, aún por terminar, a pocos días de ella irse. Lo estaba pintando tal y como yo le pedí. Cuatro macetas, apenas sólo un par de ellas con planta y una flor, sobre una tabla y un fondo del color de mis ladrillos.

Me gustó tenerlo. Me gustará colocarlo en mi terraza.

El otro día salió una flor de la planta que ella colocó en el salón y me alegró verla. No había reparado en ella, y reconozco que me parecía hasta cutre, tan verde oscuro y tan sin pinta de darnos otro color a la mesa donde la colocó. Ahora riego esa planta, y las demás que tenía por casa, a la espera de que otro día me brinde otro ratito de alegría con una nueva flor, y hasta me va gustando cuidar de ellas.

Había muchas cosas en las que ella insistía y no siempre atendíamos. Cosas que para ella eran importantes y nosotros no le dábamos ese grado. Ahora se hace importante hacerlo como a ella le gustaba. Se ha vuelto casi una pequeña obsesión, y me hace gracia ver como no soy sólo yo en casa quien procura hacer las cosas como a ella le gustaba. Un gesto, una pequeña comprobación antes de salir de casa... cosas tan de ella que sólo en casa las reconocemos.

Me han quedado cosas que aprender de ella, pero he aprendido muchas que hacen posible continuar haciéndolas a su manera. Y eso me gusta.


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