Es tan difícil ser como ella

Hoy nos hemos vuelto a reunir en su memoria. Sus compañeros de trabajo han querido que esta mañana compartiésemos un momento juntos. Se respiraba tanto amor en esa sala...

Hemos ido hasta su trabajo caminando, como ella lo hacía cada día. Hemos querido estar en la que sin duda era su Casa. Desde 1.972 trabajando allí. Toda una vida. No sé si habría algún compañero que la equiparase en años de servicio. Hemos reconocido a muchas de sus amigas, como ella las llamaba, hemos podido sentir su abrazo y hasta ver como corrían a alejarse de nosotros cuando ya no podían contener más el llanto.

Supongo que lo normal en estos casos es siempre decir cosas bonitas de quien nos deja, pero ella era realmente especial. Lo notas en la gente, no importa sólo lo que se diga, ves como tantos están sintiendo no poder seguir disfrutando de un ser tan maravilloso.
No lloran con nosotros, lloran su propia pena.

Cuánta gente se nos ha acercado a decirnos como ella les llenaba de alegría y cómo les había acompañado en momentos duros. Ella era muy así, tenía esa necesidad de estar con quien necesitase ayuda. Daba sin esperar recibir, tanto que hasta le decíamos que era demasiado "cumplía" y que si no esperaba nunca a que le pidieran un favor no se lo iban a agradecer. Pero ella lo hacía con ganas, con gusto, no sólo era incapaz de dar la espalda a nadie, es que quería estar ahí, desde esa prudencia que también tanto la caracterizaba. Daba sin esperar recibir... pero está recibiendo todo el cariño de quienes lamentan su pérdida.
Qué equivocados estábamos..., cuando se es tan bueno como ella la gente lo sabe, y ese agradecimiento tan profundo nos lo hacen llegar a nosotros. Y nos consuela, nos enorgullece, nos alegra. La supieron ver tal y como era.

Es cierto que hay quienes te miran, les das lastima, te acompañan en el sentimiento, les da pena por ella que era aún una mujer joven... pero es increíble como somos tantos quienes sentimos el terrible hecho de no poder volver a estar con ella como hasta ayer. Esposa, madre, hermana, tía, amiga, vecina... a muchos la vida se les ha llenado de tristeza.

Es indescriptible. Vamos a las tiendas del barrio por si ella había dejado algún zapato por arreglar, algún arreglo de costura pendiente... y todos rompen a llorar con la noticia. Notas su esfuerzo por reponerse y consolarte y acabas siendo tú quien les consuela. Es sorprendente la cantidad de gente que la conocía y la sentía por como era.

Hoy volvía a casa caminando y pensaba que, por mucho que me esforzase en ser como ella, tan buena, tan servicial, tan prudente y pizpireta a la vez, tan generosa, tan positiva, divertida, trabajadora, luchadora... aunque empezara hoy mismo y tuviera cuidado en no fallar a ni uno sólo de los que me rodean y procurase estar al lado de cada uno de ellos en cada momento feliz de su vida y en el más amargo también, aunque empezara ahora mismo y para siempre... ya no me daría tiempo. No tendría días suficientes por mucho que pueda vivir para irme con el amor que ella se lleva, es imposible.

Podría escribir mil entradas en este blog y seguiría sin lograr hacer justicia a tanto cariño que hemos recibido. Por ella, por como era, por como ha sido con todos sin excepción.

Qué maravilla. Qué orgullo de ser quien soy. Qué suerte.

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