Está por todas partes

Es imposible no recordarla cada día. Eso lo hace quizás ahora más duro, tienes que sobreponerte más veces al día, pero lo adoraré a medida que pase el tiempo.

Intentamos hablar de cosas, como quien habla del tiempo al cruzarse con un vecino: "- Te sienta bien ese chaleco; - Me lo regaló ella", "- ¿Qué libro te estás leyendo ahora?; - El que ella me recomendó".

En conversaciones, los amigos tratan de lo mismo, hablar de cualquier cosa que pueda evadirnos un poco, y me noto totalmente ausente por momentos. No me interesa lo más mínimo lo que me cuentan, y creo que lo notan. Lo que antes era importante... ahora no me causa el mismo interés.
Me esfuerzo en distraerme, ocupar mi tiempo, pero siempre surge un recuerdo de ella que centra mi atención.

Ella, ella... siempre está ella.

A ella le gustaba mucho pintar. Tenemos la casa llena de sus cuadros. Muchos llevan mucho ya colgados, años, pero hasta estos días no siempre me paré a observarlos. Muchos son realmente preciosos, elegantes, cálidos... otros son divertidos, con colores y composiciones más arriesgados... Son todos tan ella.

No queremos cambiar nada, que todo siga teniendo el aire que ella le puso.

Cuando pierdes a alguien tan querido, miras la vida y las cosas que te rodean de otra manera. En todo la buscas, en todo fácilmente la encuentras. Hay personas que pasan por esta vida para quedarse siempre entre quienes las conocimos.

Hay mucho de ella en nosotros, la parte más bonita, y tenemos que cuidarla. No podemos permitir que más cosas se vayan con ella.
Quienes hemos tenido la suerte de conocer a gente maravillosa de quienes hemos aprendido a construir la vida bajo pilares como el amor, la felicidad y la entrega a la familia y los amigos, tenemos que sacar fuerzas para que otros que ya no pueden conozcan a esas personas a través de nosotros.

No quiero dar un discurso muy evangelizador, antes de perderla no sabía bien en qué condición religiosa declararme, y ahí sigo. Su marcha no me provoca un odio a un Dios al que, de existir, tristemente, le reconozco demasiado mal que atender como para culparle por no haber hecho nada por alguien tan buena como ella. Pero sí creo en las personas.
En ella, creo mucho en ella. No sé si podremos reunirnos de nuevo en otra vida, ni si me estará observando, pero por si lo hace, quiero ser fuerte. Quiero que vea que me enseñó bien a sacar lo bueno de la vida, y que esté tranquila, que no sufra al verme sufrir, qué menos... esa tiene que ser la recompensa para quienes han sido personas tan lindas. Es el fruto de su siembra, yo no puedo privarle de esa paz que merece disfrutar quien se va con el trabajo bien hecho.

No sé si volveré a verla, y eso me recuerda una canción de un concierto que vimos en directo que hoy también me emociona aunque de una forma mucho más dura.

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