Hace poco más de un año (II)

Especialmente estos dos últimos meses del año, los recuerdos no paran de venir a mi mente como flashes de imágenes. Diariamente la recuerdo en un gesto o en alguna situación que me traiga un recuerdo, pero parece que cada uno de los días de sus últimos dos meses de vida hayan pasado por mi mente como si de una reproducción se tratara.

El "miedo" a la espera del aniversario de su ausencia, digo yo, que tendrá algo que ver.

Siento una angustia especial estos meses, aún más intensa de lo que acostumbraba. Estoy como a la espera de que llegue ese día en que tenga que ser consciente de que llevo ya un año sin poder abrazarla, yo, que llevo ese mismo tiempo no permitiéndome detener mis días en ese pensamiento, centrando mis esfuerzos en vivir con su recuerdo, en acercarla a mi en todo lo que a mi alrededor me recuerda a ella.
Pero empieza a costarme cada vez más trabajo no pararme a centrarme en el hecho de que no la tengo.

Me siento como cuando vas a recibir un golpe y te preparas para la sacudida. Sólo que llevo días con un nudo en la garganta esperando el momento.

Todo este año he envuelto mis pensamientos en rutinas. El trabajo, salir, entrar, esto, aquello. Pero cada vez que mi mente se detenía en el centro de esta realidad, que no está y que no volverá, me he obligado a desviar ese pensamiento. Posponerlo, más que eliminarlo. Si me paso el día aferrándome a esa realidad no podré continuar con la única tarea que llena mi corazón, no dejar que este mundo se olvide de ella, que quienes no la hayan podido conocer, no sepan nunca quien fue.

Por difícil de creer que parezca, he encontrado consuelo en ese tipo de cosas. En hablarle, en pensar en ella, en plantearme qué haría ella si estuviera compartiendo conmigo este momento, qué diría, hasta me he comprado cosas que he pensado que ella se compraría... aunque parezca mentira, ese "ejercicio", lejos de ser más doloroso, me reconforta.

Pero ya se acerca el aniversario de su marcha. Los primeros meses no asimilaba bien lo ocurrido y cogía fuerzas para hacer más fuerte la unidad familiar, creo que todos en casa lo vivimos así. Meses posteriores centre mi mente en abrirme a la posibilidad de recibir alguna señal de ella, la esperaba, lo ansiaba. Pero ahora, ya no sé que pensar, ni que sentir. Y me cuesta más decirme "no pienses en eso".

Me entristece que el tiempo aleje la cercanía de estos recuerdos. Hoy son sólo de hace un año. Y no ayuda saber que ya no quedan más. Los que hoy contengan mi memoria son los que hay. Ni uno más.
Me siento capaz de seguir alimentándome de esos recuerdos, de continuar haciéndole a ella parte de nuevos momentos, pero estos días soy especialmente consciente de que no la tengo más que dentro de mi. No la puedo ver. Sentir. Ni tocar.

La conozco tan bien que soy capaz de imaginar qué pensaría, qué haría. Pero la limitación física es otra cosa. Puedo recordar lo mucho que me gustaba el tacto de su piel. Sé que me encantaba, era diferente al tacto de cualquier otro. Me gustaba la suavidad de sus manos, notar como los años ya se reflejaban en ellas. Puedo recordarlo, pero no puedo volver a sentirlo.
No son recuerdos de momentos en sí mismos, son más bien sensaciones que sentía a su lado.

No puedo explicarle a otros qué se sentía al abrazarla. No se puede recordar un olor a menos que vuelvas a olerlo.

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