26 de Diciembre

Fue el primer año que nos distribuíamos las fiestas entre la familia de mi pareja. Acordamos Nochebuena con la mía y Nochevieja con la suya. Qué buena elección.

Recuerdos que he tenido en un segundo plano, ahora se hacen presentes. De cómo sucedió todo. Algún día hablaremos en casa de aquellos días. Un día que ellos y yo tengamos fuerzas para hacerlo.

Tengo absolutamente claro que no habríamos podido cambiar el transcurso de los acontecimientos. Es un error plantearse esas suposiciones al perder a alguien querido. Ese "y si...", no lleva a ninguna parte. Si otras cosas hubieran acontecido, otros "y si..." te plantearías. Tenlo claro.

Es demasiado común analizar esos últimos momentos, esas últimas decisiones, esas últimas opciones que tuvimos, o pensamos que tuvimos. Torturarse pensando cosas que suman dolor y angustia, no nos lleva a nada.

Aun con todo lo escrito, he tenido mis momentos de tortura. Pero concluyo con el mismo pensamiento. No les fallamos. Y si en algo lo hicimos, la mayoría, como esas grandes madres como la mía, eran tan buenas en vida que se conformaban incluso con lo poco que les diéramos nosotros. Su felicidad se construía sobre la nuestra, no les fallemos ahora.

La muerte es una prueba de amor, ¿qué mayor muestra que dedicar nuestra vida a recordar a quienes nos faltan y mantener su amor vivo en nuestro corazón? Necesitar tanto de ellos como para no dejar que desaparezcan de nuestras vidas, se pierda más de ellos que su impuesta falta física. Que no, ellos no, que nunca mueran.
No necesitaba esta prueba para saber que la quería, ni mucho menos, pero tampoco ahora necesito su presencia física para amarla. Yo a ella sólo se amarla... y amándola seguiré el resto de mi vida.

Le dije, "ya no sabes qué hacer para que pase contigo la Nochevieja", y noté una leve sonrisa en sus labios. Nunca olvidaré ese momento tan nuestro. El último.
Y acabé pidiéndole que estuviera tranquila.

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