Sólo dos opciones



El otro día vi en un chester in love una entrevista a María Belón, mujer cuya historia inspiró la película de Lo imposible. Oírla hablar sobre la tragedia a la que sobrevivió ella, y toda su familia, no tiene desperdicio. Entre miles de mensajes dignos de apuntarse como "nota mental", muy carpe diem y todo lo que solemos escuchar a quienes pasan por una experiencia similar, me quedé con una: que ya no vive con el lujo de pensar que somos eternos. Con la "soberbia de sentirse infinito".

La experiencia ha marcado el rumbo de todos los suyos. Como bien dice María, algo así o te hace vivir el resto de tu vida como víctima o te hace afrontar cada día como si fuera el último.
Es lo que tiene tener a la muerte tan cerca, que te despierta a la vida.
Salvando las distancias, me sentí muy reflejada en sus palabras. Soy otra persona desde que ella se nos fue. De hecho, soy mejor persona. No lo creo, lo sé. Pero, lamentablemente, su pérdida también ha traído mucho malo. Seguro que María también podría hablar de eso. Y probablemente, lo haría aún más si ese día del tsunami, alguno de los suyos no hubiera sobrevivido. Esa filosofía de "nos hizo más fuertes", se escribiría de forma muy diferente si sólo uno de los suyos no lo hubiera conseguido, lo mismo que un enfermo que responde bien a un tratamiento, habla de forma distinta de la misma enfermedad que hace a una familia despedir a quien no corrió la misma suerte.

Que en "ese café con la muerte" te toque pagar, te deja un miedo en el cuerpo que dudo que se vaya nunca. Te adaptas a vivir con esa sensación, pero inevitablemente vuelve, y lo hace en cada momento de mayor alegría para decirte "ojo, mañana va dolerte". Es terrible.

Tanto afecta, que en mi reciente maternidad he sentido como la inmensa alegría que ha traído cocoliso ha venido de la mano de la sensación de estar expuesta a corazón abierto.

Odio que la pérdida de mi madre tiña de miedo algo tan maravilloso como convertirme yo misma en una mamá. Pero es así. Y me da más coraje porque ella, desde su balcón del Cielo, se lamentará profundamente de ser la causante.

[ALERTA SPOILER: si no has visto Un monstruo viene a verme, no sigas leyendo]



Justo viendo la última película del mismo Bayona, caía en esa reflexión. La preocupación de una madre por convertirse en la causa de dolor de su hijo. De que su despedida trastoque todo su ser y le lleve a una realidad que le asusta y que le hará sentir diferente, nada fácil. Antes de verla, no había caído en ello. Pensé en todo lo que perdíamos nosotros, pensé en todo lo que perdía ella... pero no en que, como madre, lamentase "hacerle eso" a sus hijos. Hoy lo entiendo perfectamente.

Pero, descuida, Gordita Preciosa, bendito dolor.

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