Vacaciones de todo

Y llega Diciembre. Y venga luces de colores y villancicos por las calles. Y otro año que se va y hay quien me asegura que no es 2011. Y es que me cuesta entender que sigan pasando los meses y los años y siga llegando Diciembre y ella no vuelva a casa. Que no pida que suenen esos villancicos flamencos que tanto le gustaban, ni pase días pensando en cómo organizar la cena de Nochebuena ni abra la puerta de casa toda cargada de bolsas.


¿De verdad que ya es Diciembre?

Y lo es. Aunque no lo parezca y aunque no apetezca. Es Diciembre y otro que, desde aquel Diciembre de dolor, no me sabe a turrón de chocolate ni mazapanes.


Este mes, me dejo vencer un poco. Pienso más en mí y en lo mucho en que la echo de menos. Me obligo a menos y no me importa.


Sigo teniendo a veces esa sensación de no saber bien qué ha pasado. Aún hoy refreno ganas de llamarla. Sigue siendo favorito en mi móvil, en marcación rápida.


Diciembre, allá vamos.

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