Entreplanta

Esta noche he soñado de nuevo con ella. Sigue siendo poco habitual, aunque van más veces de las que por aquí cuento.

El sueño de hoy ha tenido un despertar difícil, pero he tenido la oportunidad de ver su cara, reconocer gestos muy suyos, su sonrisa... Estaba tumbada, me acercaba a ella entre lágrimas en lo que iba a ser mi despedida al conocer que se iba. Al pasar mi mano por su rostro, ella se movió para sorpresa de los asistentes. Sólo estaba dormida. Como quien despierta de un profundo sueño, se despereza y es ella como en tantas cabezadas que daba en el sofá antes de ir finalmente a la cama al acabar el día.

La sensación que me invadía al ver que no iba a perderla era de alegría infinita. En el sueño, su despertar era tras un largo periodo de tiempo, como si los días que lleváramos echándola en falta se correspondieran con la realidad de los días que llevo sin ella. A cada familiar que la veía, rompía a llorar de alegría con cara de no dar crédito de estar viéndola entre nosotros. Recuerdo, que un momento del sueño, la gracia era hacerla sentarse entre quienes estábamos en el salón de casa y observar la reacción de su sobrino preferido, que llegaba más tarde, al encontrarla entre nosotros. Todos reíamos al ver su expresión de no poder creer que estuviera de nuevo entre nosotros, mientras tía y sobrino se fundían en un gran abrazo. Todo eran risas. Sorpresa. Alivio. "Te he echado tanto de menos este tiempo."

Tanto ha sido el aturdimiento, que me he despertado hasta pensando si habríamos esperado lo suficiente para saber que su cuerpo yacía sin vida. Si no habría sido capaz de reactivarse, contra todo pronóstico.

El tiempo sigue pasando y sueños como el hoy reflejan lo poco que soy consciente aún de que no va a volver. El paso de los días, hace que vaya cogiendo por costumbre que no está, entender que en las reuniones no acuda, pero aún hay días en que freno el pensamiento de llamarla, de querer ir con ella a algún sitio, de que suene la llave en la puerta y sea ella quien entre.

He asimilado que no está pero, menos, que no vuelve. Que es un estado permanente e irreversible. Y me siento como en una entreplanta, entre el absoluto desconcierto de los primeros años y la eternidad que ahora me parecen tantos planes que hemos hecho sin tenerla a ella. Entre dejar de despertar tanta atención entre los demás y molestarme que se piensen que ya está todo superado. Entre que ha pasado poco tiempo y han pasado dos años y medio ya.


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