Mensaje del Cielo

La semana pasada, una de esas personas que aprenden conmigo, recibió un mensaje del Cielo.
Le agradezco muchísimo que lo compartiese conmigo. Me gustó leer aquello que tantas veces he imaginado que ella querría decirme.

He pensado muchas veces en la diferencia entre tener la oportunidad de saber que puedes faltar entre los tuyos en un intervalo algo conocido de tiempo. Qué diferencias supone en quien recibe la noticia y para quienes nos quedamos aquí, aprendiendo a vivir sin ellos.
Se me ocurren mejores y peores circunstancias para ambos casos. Muy evidentes. Tanto como para no escribirlas. Al menos, no hoy.

Poder despedirse, irremediablemente, es algo que centra más mi atención. Se piensa tanto en lo qué no nos dijimos..., aún sabiendo que no hace falta. Esta semana pasada leía en una nota un mensaje precioso del que yo no era destinatario y pude leerla a ella. No la escribió, pero no escribiría nada distinto. Me pareció hermoso sentirlo así. Leerla a ella en letras de otro Ángel del Cielo.

Se me ha pasado por la cabeza la extraña idea de escribir siempre una nota así para a quienes yo dejaría. Decirles lo que ya saben. Pero dejárselo por escrito, porque esa nota que han compartido conmigo me parece un tesoro.

Es como esos planes familiares que ahora nunca me salto. O esas fotos que ahora tratamos de inmortalizar para siempre. Esos detalles que nos gusta crear como nuevas tradiciones. Esos guiños, que casi nos da la risa entre los de casa por saber que vienen provocados por las mismas neuras. Es inevitable querer hacer todo lo que ahora nos hace pensar: qué no daría yo por un poco más de ella.

Y he pensado en la posibilidad de vivir 80 años y tener decenas de notas absurdamente escritas. Y entonces, lo he medio comprendido. Todo es fruto de la forma en que a nosotros nos tocó vivirlo. Esa repentinidad. Eso imposibilitó toda despedida. Pero todo quedó dicho. Ella dejó su mensaje. Mucho de éste hay en éste blog. Por un momento me puse nerviosa y dudé. Pero no. Ella y todos, mandaron sus mensajes del Cielo y si estamos atentos, seguiremos recibiéndolos.

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