El abrazo perfecto
Se ve que no soy sólo yo quien lleva esta situación cada día aún peor. La resignación a perderla esta dando paso a la rabia y ya no se por qué estados más tenemos que pasar. Lo que daría yo por volver a reír con ella. Con nuestras cosas, las suyas. Por ese abrazo que siempre le decía que era perfecto, cosa que siempre achaqué a la altura en que me quedaban sus hombros para dejar caer mi peso entre sus brazos. Hoy pienso que me confundía, no solo era la altura perfecta, no habrá ya nunca un abrazo en el que sentirme así de a gusto. La abrazaba hasta agobiarla en un sentido totalmente literal, pues acababa por pedirme que la soltara. Qué bien supe aprovechar esos abrazos, que duro se me hace tener que vivir sin tenerlos. De haberlo sabido, aun habría pasado mas tiempo hasta liberarla en cada uno de ellos.